miércoles, 30 de septiembre de 2020

Luz y sal


"Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea.

Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo." (Mt 5, 13-16).

Este texto es muy característico porque invita a "dar testimonio"; a ser sal en un mundo sin sabor, y a ser luces en un mundo que camina en las tinieblas.

También hace alusión a los dones y es un llamado también a "ejercerlos" porque ¿De qué sirve ser sal si no damos sabor? o ¿Ser luz si no alumbramos? 

Estamos llamados, pues, a "dar testimonio"; a hacer presente el amor del Padre en este mundo caótico con nuestro proceder: "para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo." (v.16). 

Estamos llamados a "ser santos" en ese sentido, pero ¿Qué significa esto? Significa hacer de lo ordinario algo extraordinario.

Lo ordinario todo mundo lo hace y lo está haciendo en estos momentos. Tenemos así mucha gente ordinaria en nuestra sociedad: corruptos, estafadores, ladrones, violentos, avarientos, indiferentes, etc. Cosas por demás muy comunes y ordinarias en nuestra vida, tan comunes que muchas de las veces pasan desapercibidas cual si fueran "normales", disfrazadas de legalidad, orden y hasta bondad...

Estamos llamados pues, a ser esa diferencia; a ser extraordinarios en un mundo por demás tan ordinario; a no seguir la corriente a la maldad y al pecado que, muchas de las veces llegan a parecer hasta algo virtuoso y normal. Recordando que no porque la mayoría apruebe acciones, significa que éstas sean correctas.

En este texto Jesús nos invita a remar contra corriente, contra el mundo del desorden, a denunciar las injusticias y no aprobarlas, es como una invitación donde no aprobemos acciones que no dan vida, que son incorrectas por más que la gran mayoría las apruebe.

Hay, en este sentido, valores que provienen de Dios y que nunca cambiarán, mismos que dan sentido a nuestra existencia. Se trata de la ley perfecta de ese amor divino hacia nosotros...

Dar testimonio, pues, como ya acabo de mencionar, implica ir contra corriente de lo malo, recordemos también que "No todo lo que nos apetece necesariamente es bueno, ni todo lo que no nos apetece a primera instancia al menos, es malo". Por ejemplo, la oración no es mala; hace mucho bien aunque en un principio no nos apetezca pero ordena nuestro espíritu y la relación con el Dios de la vida pidiéndole que nos guíe ante nuestra "poquedad" de humanos y frágil inteligencia. Por otro lado, tantas cosas placenteras que nos rodean y persuaden pero que, sin embargo, no son garantía de darnos valores y sentido, de hacernos mejores seres humanos. Al contrario, nos dejan un vacío extremo porque no está Dios en ellos, y es que, el Dios de vida nos impulsa a servir, a donar la propia en favor de los demás. Ese es el sentido, el Dios (amor) que seguimos...

Llega un tiempo en que nos vemos envueltos en controversias que hacen dudar y tambalear nuestros valores. Por ejemplo, de tantos que apoyan y dicen que el aborto no es malo, llega uno a pensar si de verdad, lejos de estar defendiendo la vida ¿estamos negando un derecho humano de la libertad de decidir de la mujer como ellos argumentan y aseguran? Creo que todos tenemos derechos y libertades siempre y cuando no afectemos la vida de otros seres las cuales no nos pertenecen. Sólo pongámonos en lugar del otro ser. En todo caso, el culpable (de la situación por la que se halla dado) no es el bebé; el problema de tales situaciones vienen más de fondo, desde la sociedad misma y no del individuo como tal. Todos somos de alguna manera responsables por las vidas humanas... (En otro apartado daré mi opinión al respecto de este tema y movimientos feministas actuales). Por mencionar sólo un ejemplo de los problemas que aquejan hoy a nuestra sociedad y amenazan la vida, a nuestras familias en sus valores más profundos.

Ser luz, pues, implica saber iluminar el camino de otros por más terregosos o accidentados que sean, nos toca iluminar la verdad y no guiar por senderos oscuros y en apariencia rectos pero que quizá no nos lleven precisamente a "dar vida", a dar sabor, sentido a la humanidad... Nos toca, en este sentido, aconsejar, dar pautas, guiar a la mejor conciencia y, muchas de las veces, también contradecir...

Muchas de las veces (si no es que siempre), hacer las cosas extraordinarias implicará dolor, discordias, heridas, desprecios, incomprensiones, etc., por el sólo hecho de dar a conocer la verdad y mantenerse firmes; por contradecir a la gran mayoría que dictan verdades a medias, leyes en apariencia "incuestionables", incorruptas... sólo porque ellos (como digo, en mayoría) la avalan pero que en el fondo no llevan más que "muerte" a largo plazo...

Lo ordinario, pues, lo que todo mundo hace a diario, lo que repite, cualquiera lo hace. Buscar dinero fácil atropellando e incluso sin importar matar al prójimo con tal de conseguirlo, esa es la verdadera miseria del alma; cuando se subordina al propio hombre a las cosas terrenas, cuando éste deja de ser persona y se convierte en "objeto". 

Pero hacer cosas diferentes, extraordinarias, pocas personas lo hacen porque es más difícil pero más meritorio por lo mismo, y a la par va el concepto de "santidad" que no es otra cosa que eso: ser extra-ordinario ¿Qué significa eso? que no cualquiera es capaz de dar ejemplo de vida en la sociedad restituyendo en la dignidad a muchos, atendiendo o sirviendo en las necesidades más urgentes. Sólo los comprometidos con el amor y la verdad, es decir, con Dios mismo, serán capaces porque de él precisamente, les viene la fuerza.

Para muestra un botón: Hubo alguien que un día decidió "servir a los demás" en cuerpo y alma. Ella se llama Agnes Gonxha Bojaxhiu, mejor conocida como la "Madre Teresa de Calcuta" y, para muchos, incluso no católicos, una Santa en este sentido de "gente extra-ordinaria".

¿Qué hizo ella? abogó por los pobres y más necesitados, vendó sus heridas y atendió con mucho cariño a aquellos que para la sociedad eran práctica "desechos", a los despreciados. Ella vio la oportunidad de hacer cosas nuevas donde nadie más se atrevió, y lo llevó al extremo.

¿Quién de nosotros seríamos capaces de amar a tal grado curando las heridas de un leproso? Ella lo hizo y no sola sino con la ayuda de Dios, de su espiritualidad. Ella predicó al Dios amor en hechos aunque no pronunciara palabra alguna de la Biblia pues ya había dado a conocer el amor de Dios desde su propia persona.

Tan grande fue su testimonio que fue apreciada no sólo por católicos sino por personas de otros credos de la región.

Y así como hay mucho desorden en nuestra sociedad, personas  ordinarias organizándose para hacer el mal, robando y matando de mil maneras gracias al dios dinero porque el Dios amor no está presente en sus corazones, así mismo, y por otro lado, hay personas, tanto en el ámbito social como religioso, que no reparan en "ayudar" y hacer las cosas nuevas con su ejemplo, en dar sabor y luz en este mundo tan golpeado por el egoísmo y avaricias que desplazan al Dios de misericordia que todos deberíamos de llevar en nuestros corazones para una sociedad mejor.

Esta es la lucha diaria: hacer sobresalir esa luz, esa paz, ese amor en un mundo, como ya dije al principio, por demás ordinario, oscuro, sin sabor, distraído, desordenado, ignorante, impulsivo... haciéndolo extraordinario y con mayor sentido de la mano de la Palabra de Dios.

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sábado, 19 de septiembre de 2020

¿Gran Catástrofe?

Hoy nuevamente es 19 de septiembre, fecha muy significativa para los mexicanos. Se trata de una fecha que se queda, sobre todo para quienes lo vivieron más directamente, marcados en la mente y el corazón.

Hoy es una fecha conmemorable para la gran mayoría de personas y, para algunas otras quizás, un aniversario que pasará desapercibido y con aires de indiferencia...

Yo podría ser una de éstas últimas personas, sobre todo porque, aunque ya había nacido en el momento de los sucesos, mi poca edad me impedía hacer conciencia por completo de lo que estaba aconteciendo. Pero, al pasar de los años, y cada vez que veía los relatos de los hechos en cada aniversario, esta pequeña, casi nula conciencia con que contaba en mi pequeñez, se fue acrecentando cada vez más al grado de fortalecer más el sentimiento de empatía y solidaridad por los afectados...

Este suceso fue sin duda "terrible" por un lado al saber que dejó muchas víctimas mortales, pero, a la vez, fue también una "oportunidad" para mostrar nuestra humanidad porque, como dicta la frase: "nunca se es mejor amigo (y hermano) que en la dificultad", así mismo se dejó ver tal espíritu solidario entre los mexicanos.

Este tipo de situaciones, por supuesto, nos dejan un sabor amargo, con sentimientos de angustía, dolor, coraje, impotencia... pero también, por otro lado, nos llenan el corazón de esperanzas al probar nuestra capacidad de respuesta y solidaridad ante las necesidades humanas; nos llena el alma el hecho de saber que, a pesar de la dificultad, se "tiene un hermano con quien contar"; que exista alguien dispuesto a ayudar y se ofrezca empática y desinteresadamente por la causa. 

Creo que este es el milagro principal: la flor de la esperanza que de entre las cenizas brota con mucho entusiasmo, el milagro de la solidaridad.

No sé qué conmueve más, si el hecho de ver a gente arruinada, sin casa e, incluso con familiares muertos y perdidos; o el hecho de ver a tanta más gente que, ante la catástrofe, se organiza para ayudar a su vecino buscando entre los escombros aún en contra de toda esperanza de vida...

Me encontraba hoy viendo un reportaje de testimonios a este respecto y son realmente sorprendentes los frutos que de ahí se rescatan. Primero, el acto de la solidaridad como ya mencionaba que de fondo conlleva un profundo sentimiento de compasión y hermandad hacia el hermano que sufre, y el hecho de que este profundo sentimiento lleve a dar lo máximo de sí por ayudar a sus semejantes en días en que incluso para muchos, parecía ya hasta perdido...; y segundo: los milagros tangibles como el caso de los llamados "bebés milagro" rescatados entre las ruinas de un hospital, y no sólo uno, sino más de doce...; o el caso de los sobrevivientes que fueron rescatados después de varios días a pesar de los peores pronósticos que de éstos se tenían; no había para muchos esperanza de encontrar más vida y, sin embargo, las "corazonadas" junto con el entusiasmo de la fe y esperanza por encontrar más vida, provocaron el milagro de encontrarlas...

En conclusión ¿Qué de bueno sacamos de estas experiencias? Nada más y nada menos que el del espíritu de la verdadera hermandad que conlleva la solidaridad ante las dificultades de la vida diaria.

Mucho nos duelen estas circunstancias que inesperadamente nos aquejan, pero mucho más nos alivia el sentirnos acompañados, alentados, ayudados, por la mano de un, ya no se diga amigo, sino ahora hermano...

Son eventos que, a pesar de su carácter de desastre, nos dejan muchas enseñanzas e, incluso amistades. Es un pasaje donde nos recordamos ya no como individuos rutinarios y extraños que pasan desapercibidos en la vida diaria, sino como un hermano más que se descubre y solidariza en la adversidad; un desconocido que se convierte en mi hermano de vida capaz de tender la mano cuando se necesite... ese es el verdadero espíritu que se deja ver ante las catástrofes inesperadas que, de otro modo quizás, no habríamos sido capaces de identificar...

Y es esto precisamente lo que debemos recordar cada año: que no olvidemos ese espíritu solidario que brote no solamente en las grandes calamidades sino que se vaya siempre alimentando día a día en pequeñas obras como las palabras del Evangelio de Lucas nos lo recuerdan: "el que es fiel en lo poco, [será] fiel en lo mucho" (Lc 16,10). 

Con todo, no justifico ni quiero decir que me gusten y sean necesarias tales calamidades para resaltar nuestros valores, de hecho, no necesitamos de este tipo de acontecimientos para recordarnos la calidad de seres humanos que podemos llegar a ser, ni necesitamos sacar nuestro repertorio de valores sólo en momentos especiales, si no, más bien, irlos trabajando día a día con nuestros semejantes aún en la prosperidad y relativa paz social. No podemos bajar la guardia; siempre hay algo por qué trabajar, a quien ayudar y dignificar... en pocas palabras, " a quién amar" para que el dueño de la mies no nos encuentre dormidos el día de su llegada que será por sorpresa... "¡Estén atentos porque no saben el día ni la hora!" (Mc 13,33).

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