domingo, 28 de junio de 2020

De la conciencia de Dios

Necesitamos trabajar juntos para crear un mundo en donde unas personas no tengan que atropellar a las otras para sobresalir. Un mundo en que no se manipule a las personas. Un mundo en que la pobreza, la crueldad, el terrorismo, el conflicto y la guerra se conviertan en oscuros recuerdos de un pasado abandonado, y no en unas realidades que se sufren en el presente. Un mundo en que la autoridad del Estado y de la Iglesia esté al servicio de las personas y ya no las opriman ni hagan más penosa su vida.

Un mundo que se preocupe por las personas. Lo que de veras quiero decir es que necesitamos crear un mundo en que las personas se preocupen auténticamente las unas por las otras.

Y así como hemos de tomar en serio la necesidad de hablar de una forma inclusiva, así también hemos de tomar en serio la responsabilidad de una preocupación inclusiva. Esto equivale a decir que no hemos de escoger a algunas personas para preocuparnos de ellas. Tenemos que preocuparnos por todos aquellos que Dios ha puesto cerca de nosotros –hasta donde el tiempo y los recursos nos lo permitan.

Antes de realizar un sueño, necesitamos soñarlo. Me parece que, si vamos a preocuparnos auténticamente por las personas, hacen falta tres actitudes:

1) voluntad para dialogar con aquellas personas con quienes no siempre estamos de acuerdo. 

2) profunda compasión (habilidad para penetrar en los sufrimientos de las otras personas). 

3) Deliberada posición de no-violencia en todas nuestras relaciones. Estas actitudes nos darán la capacidad de “caminar en presencia del Señor en la tierra de los vivos”. Esta es la forma de tratar con las personas que encontremos “en la tierra de los vivos”.

El diálogo se refiere primeramente a lo intelectual, especialmente cuando tenemos diferencias con las personas sobre lo que hemos de pensar o sobre la forma de actuar. La compasión se refiere primeramente a una actitud del corazón, que se expresa ante los necesitados, sin tener en cuenta nuestras posibles diferencias con ellos y su manera de pensar. La no-violencia hace que nuestro amor sea incondicional.

Recordemos que, cuando Jesús murió, el velo del templo se rasgó. Ese velo había sido colocado ahí para separar el lugar santísimo (la parte de Dios en el templo) del lugar santo (la parte humana del templo). Necesitamos arrancar los velos que separan a Dios de su creación, y la creación, de Dios. Necesitamos quitar también todos los engañosos velos que nos separan los unos de los otros, para que así podamos tener conciencia de que somos una sola cosa con los demás. Necesitamos rescatar al mundo del "apartado espiritual"... 

(Continuará). No olvides dejar tu reacción o comentario.

3 comentarios:

Ruby Magaña dijo...

Cuanta verdad, tenemos mucho trabajo, la realidad en la que estamos viviendo, nos esta manifestando los cambios que tenemos que hacer, pero el velo de la infiferencia y la falta de amor al projimo, nos sega cada día mas, y no estamos cumpliendo ni trabajando en el proyecto de Dios, de preocuparnos de las personas que Dios nos puso cerca.
Tenemos que orar al Expiritu Santo, que nos ayude a ponernos a trabajar e ir transformando nuestra mente, vida ycorazón, para poder quitar los velos engañosos de la indiferencia la falta de Amor, Humildad y Servicio.

Unknown dijo...

Un gran sueño para la humanidad. Que puede ser posible si hacemos sinergia entre todos y todas para lograrlo. Empezando con una buena comunicación. Felicidades Alex.

Alejandro Huerta dijo...

Gracias por sus comentarios ¡Bendiciones!