martes, 2 de abril de 2024

La reflexión que nunca acaba

Hola ¿Cómo estas? Espero que bien. Gracias por tomarte el tiempo de visitar mi blog y reflexionar un poco más acerca de diversos temas por demás interesantes que acontecen día en nuestra vida cotidiana.

Antes de comenzar me gustaría hacerte una pregunta ¿Ya te estás preparado para Navidad y Año Nuevo? Sin duda me dirás "¡Pero ¿cómo? si sólo hace pocos meses que acabamos de entrar al nuevo, tres para ser precisos!". 

Cierto, es cierto lo que dices, y no hace mucho también (en diciembre) que muchas personas se propusieron cambios para este año y, sin embargo, te aseguro que hoy día ya ni se acuerdan o, si se acuerdan, lo han pospuesto nuevamente por otras actividades que, al momento, han considerado más interesantes e importantes, actividades con las cuales no contaban en el momento de hacerse la propuesta de cambio... 


Entonces, y ya en el ámbito más religioso, del Adviento ya ni hablamos ¿verdad? sería hasta ilógico pensar en preparar nuestro corazón para el nacimiento de Jesús en nuestros corazones (como solemos decir en temporada). Esto es sólo para finales de noviembre ¿Cierto? Si piensas así, déjame decirte que realmente no has entendido el sentido de estas celebraciones... Lo de los adornos navideños lo entiendo y, si dejas colgada una serie de luces desde diciembre por diversas circunstancias, te aseguro ¡No pasa nada! puede pasar desapercibido por muchos, más que un adorno de flor de Pascua o un arbol de navidad aun adornado que, sin duda, no faltaría quien te lo haría notar... Hasta sería vergonzoso quizá dejar una casa adornada con el tema navideño pero yo digo, si son con signos realmente auténticos, es decir, corona de adviento, arbol de navidad, nacimiento con sus personajes, etc., eso esta excelente diría yo, no le veo mal alguno puesto que cada día de nuestra existencia, si realmente conocemos bien el significado de estos signos, deben recordarnos ese cambio de nuestras vidas y no sólo en ciertos tiempos específicos del año como marca la tradición de la Iglesia sino todos los días de nuestra existencia... 

Diferente a los signos comerciales como Santa Claus, duendes, renos, etc., que aluden más a un mercado consumista que algo más humano y que se han servido de las celebraciones originales de santos de la Iglesia católica...

Bueno, quise darte estos ejemplos para profundizar en algunos aspectos importantes que nos enriquecerían el panorama.

El primero de todos es que, independientemente del tiempo civil, lo que se celebre dentro de la Iglesia católica, son festividades que propone en dichos tiempos específicos, sin embargo, estos acontecimientos suceden (o deberían suceder) cualquier día del año, es decir, el nacimiento de Jesús que celebramos en diciembre, nos debe llevar a la reflexión del nacimiento de Jesús desde nuestro corazón para siempre (si es que aún no ha nacido en nuestra persona), cosa que puede suceder (y ojalá suceda) cualquier día del año, de nuestra existencia... 

Lo mismo sucede para Cuaresma que nos debe de llevar a esa Pascua (paso) con el Señor en nuestras vidas, es decir que, para que haya una pascua en nosotros no se refiere solamente a un tiempo específico en el año civil, allá por los meses entre febrero a abril, a un tiempo y espacio específico, externo... sino a una conversión que se dé de por vida en nuestros corazones... Es esto lo que pretenden tales celebraciones.

Bueno, aunado a esto, se encuentra una actitud de la que quisiera que cayeramos en cuenta; que corremos el riesgo de "celebrar por celebrar", de quedarnos en lo exterior sin vivirlo desde nuestra persona o, peor aún, que en el fondo estas celebraciones pasen desapercibidas, que se queden en algo meramente social, convivencial, cultural, consumista, etc. cuando lo que pretende es que cada uno entienda el sentido de cada una de éstas.

Así pues, si celebramos por celebrar, cuando termine una temporada específica, también nos olvidaremos de aquellos signos que nos querían decir algo. 

Aludiendo a este tiempo de Cuaresma-Pascua, más específicamente de Semana Santa, y más específicamente del Triduo Pascual (jueves a sábado Santo) que, al parecer son los más fuertes y visibles para el mundo católico (y para los demás por las fiestas paganas que de ahí se derivan), me llama la atención lo siguiente: que una vez pasada ésta (lo mismo para el tiempo de Navidad los días 24 y 25 de diciembre), las personas no parecen interesarse ya más por el triduo, por su reflexión, sino hasta el próximo año... Es decir, que en la sociedad de hoy, parece que nos movemos conforme a la temporada vigente que se nos va dictando.

Lo mismo para  lo civil: la escuela y los trabajos nos dictan los momentos que debemos vivir y cómo movernos. Tan es así que, para muchos en el trabajo, como les dejaron descanso sólo a partir del jueves Santo (aunque no precisamente sean creyentes) inmediatamente optaron por irse de vacaciones, porque el trabajo no les daría otra oportunidad de salirse a disfrutar con su familia, como si los días religiosos, la reflexión, la profundización del amor de Dios por nosotros, no se disfrutaran; y digo disfrutar en el sentido de dejarte paz en el alma, de darte valores, elementos y actitudes (como la oración) que te ayuden a mejorar las relaciones a futuro con los tuyos (familiares y amigos) cuando incluyes a Dios en tu vida, y no solamente en la reunión familiar en una alberca o playa, que no son malos en sentido estricto, pero tampoco lo son los actos religiosos que nos deben llevar a un mejor encuentro con Dios; también las cosas de Dios nos recrean, nos llenas, nos dan felicidad, unidad, etc. No es algo ajeno a nuestra vida diaria ¡es más! debemos caer en conciencia que Dios es el principal; que por Él nos movemos, existimos... ¿Por qué no dedicarle con gusto la reflexión de estos días santos? ¿Qué perdemos: tiempo, dinero? (Si no se nos cobra por asistir al templo o a celebraciones específicas, y se gasta más en una salida familiar o evento social)... 

Somos muy paradójicos. Me acuerdo de la vez que invité a las pláticas cuaresmales a las personas de mi barrio donde no se le cobra nada a nadie por asistir, no se le exige dinero y, sin embargo, prácticamente nadie asistió y pensé (porque avisé por medio de carteles que pegué en varias esquinas, además de personalmente): "La gente sí se da cuenta, pero sólo asiste a lo que le gusta"; porque si ven un cartel de baile de veterinaria p.e. que se realiza cada octubre en mi ciudad y donde sólo hay borracheras y desorden, o simplemente cuando viene una banda o cantante famoso y donde le cobran miles, sí van, y si no tienen dinero lo consiguen... ¿Se fijan por dónde va nuestra espiritualidad? ¿Dónde está Dios por más que (al menos en apariencia) digamos que sí creemos? ¿Qué clase de sociedad somos, de católicos? somos hedonistas porque nos guiamos por el principio del gusto, del placer, es decir que "si me dan ganas o me gusta voy" -decimos... queremos que nos diviertan, nos atraigan sensacionalmente, tener algun beneficio y no precisamente compromiso al cual le huimos sobremanera. No hacemos las cosas o asistimos por el sólo hecho de creer que es necesario y sepamos que esto mejorará en muchos aspectos nuestra vida familiar, parroquial y social; ni siquiera pensamos en eso y hasta llego a dudar que de verdad me interese por los demás, por mi espiritualidad que también repercutirá en la educación de mis hijos, de los que me rodean... 

Lamentablemente, lejos de tal reflexión, de preguntarme: ¿qué puedo yo aportar para mejorar mi comunida? sólo pienso en ¿qué me van a dar? incluyendo la diversión...

¿Por qué traigo a colación esta reflexión? Por el siguiente detalle que a continuación relataré y que me llamó mucho la atención desde mi experiencia en la relación con mi vida comunitaria parroquial y social.

Hace meses que estoy involucrado en pastoral comunicativa de mi parroquia, y una de mis labores es informar a las personas de la misma los eventos importantes. Y estuve al pendiente de los eventos los cuales grabé y tomé fotos, y las personas se sentían interesadas y motivadas de tales informes... ¡Bueno, sólo en el momento! ya que, me di cuenta, si publicaba después de los eventos, la gente ya no hacía caso, al menos no con la misma atención o entusiasmo...

En pocas palabras, como católicos, no nos gusta re-plantearnos lo vivido, rumiar de nuevo, evaluar, regresar si es necesario a la reflexión de las celebraciones aunque ya no sea la época para seguirnos enriqueciendo y seguir sacando frutos de reflexiones que quizá se nos pudieran haber pasado por estar organizando o por estar al pendiente del siguiente evento... Lo que digo es que, así como el Evangelio siempre nos dice algo actual a pesar de ser escrituras antiguas, y un mismo texto dice cosas distintas a diferentes personas

y en diferentes momentos, puede que las celebraciones que acabamos de pasar, si las volvemos a reflexionar, rumiarlas así como las vacas que comen una y otra vez el pasto antes de por fín llevarlas a digerirlas definitivamente en el estómago para procesarlo, siempre sacaremos algo nuevo o, por lo menos, nos refrescará el espíritu conque vivimos en su momento tal celebración o rito. 

Más, esto de volver a las fuentes o rumiar de nuevo las celebraciones pasadas es precisamente para que nos transformen, que nos persuadan, que no se las lleve el viento o, como dice el dicho popular: [que no] "me entre por un oído y me salga por el otro"... Es para hacer memoria, rescatar todo lo bueno y seguirme motivando para, una vez asimilado desde mi persona en la reflexión, transformarlo en obras transformando mi persona primero.

Por eso la importancia de no creer que estas reflexiones son pasajeras o temporales, y que el año pasado serán otras nuevas cuando ni siquiera hemos aprovechado bien las pasadas ni las hemos hecho vida... Es importante ya con más calma y no muy alejados de los eventos, volver a reflexionar lo vivido ¡No nos hacen daño!

Toda esta reflexión me surgió a raíz de esta experiencia siguiente,  por esta característica tan sencilla: durante el triduo, la gente estaba al pendiente de qué bonita quedó la celebración, la organización, etc. (aunque lo más rescatable debe ser siempre en el fondo el mensaje recibido...) Por ejemplo, si yo pongo fotos y videos de jueves santo ese día (o incluso dentro del triduo pascual) la gente estaba al pendiente y, en apariencia, motivada, pero si les vuelvo a poner algo más de esos eventos en días posteriores no tan alejados, y como me sucedió a mí en lunes santo respecto a jueves Santo, a la gente aparentemente ya no le interesa de igual manera que estando en el mismo día de la celebración ¿Por qué,  si no estamos tan alejados de tales eventos? y puede que no hallamos llegado a Pascua plenamente pues, si fuera así, vale siempre re-considerar, volver a rumiar la semana Santa para ver ¿qué se me escapó que me pudo ayudar a vivir más plenamente este tiempo Pascual? De ahí la importancia de la reflexión... pero si lo hicimos por tradición, por seguir a los demás, por sola organización, porque me gusta convivir con los de la parroquia, porque ya estoy acostumbrado a hacerlo y coolaborar como cada año... y realmente no profundicé en el sentido de cada uno de estos momentos, quizá hayamos perdido la oportunidad verdadera de encontrarnos con Dios nuevamente valorando más solamente mi participación externa. Y esto hablando de los que se quedaron en la parroquia a organizar, a "vivir" estos días...

Queridos hermanos y hermanas: que no nos pase que no valoremos lo que incluso nosotros mismos construimos con tanto trabajo y, por el detalle de no estar enmarcado en un tiempo específico, considerarlo como algo ya no vigente, lo peor, a sólo unos cuantos días (incluso horas) de distancia...

Cada reflexión es importante y llevan valores que no tienen caducidad nunca. Rescatemos lo mejor de cada celebración, de cada tiempo, de cada acción que hagamos, meditémosla, traigámos al presente constantemente las cosas buenas que siempre nos alimentarán, para podernos transformar valorando mejor las situaciones de nuestra vida diaria pero, sobre todo, para poner a Dios en su lugar: en el centro de nuestras vidas, porque es Él el principal que nunca está de moda y nunca deja de estar vigente.

Por ello, no es superfluo regresar a las reflexiones anteriores de celebraciones pasadas porque hay reflexiones que salvan vidas y, aunque se hayan dicho o celebrado incluso años atrás, como el Evangelio, siempre nos dejan un sentido a nuestra vida actual, a todo aquél que lo acoje con atención.

¿Qué piensas al respecto? Déjame tu comentario. Gracias por llegar hasta aquí.

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