Hola blogueros tengan un bonito y bendecido día. Gracias por seguirme y estar atentos a mis publicaciones. Espero que les sean de gran agrado y reflexión. Saben que lo hago con mucho cariño. No olviden dejarme su "reacción" o mensaje al final de cada artículo, así como de compartir si te gustan mis reflexiones.
En esta ocasión quise vincular este artículo con el refrán muy conocido "el hábito no hace al monje" con un aspecto de la vidad que creo se ejemplifica mucho y lo resumiría así: la riqueza del hombre ¿Se refleja en sus posesiones?
Todo comenzó el día de hoy que me disponía a visitar a una señora vecina que necesitaba de un favor, más, al cruzar la calle me topé con una camioneta super lujosa donde el capó me llegaba prácticamente a la altura de mi cabeza (y eso que estoy alto). Pero no precisamente era esto lo que me llamaba la atención puesto que en la ciudad hay miles de carros de igual categoría...
Pude haber dejado pasar esta anécdota sin más pero no lo hice ya que fuera de mi casa se encuentra otra camioneta que también llaman de lujo (aunque no es de último modelo como la primera que les describí y tampoco de vecinos de estatus alto que digamos) que casi no se usa, además de otros carros que, en mi opinión, son superfluos ya que sólo utilizan uno y los demás ocupan espacio en la calle y hasta con algunos vecinos ¿Cuál es el sentido de todas estas posesiones si no van en aras al servicio y utilidad?
Lo que me impulsó a hacer esta reflexión fue el hecho siguiente: "el cuidado que se les da a las cosas materiales (más que a las personas mismas), incluso más de lo meramente necesario, yendo así del aspecto más que sólo útil, al aspecto meramente "estético".
Y dadas estas circunstancias antes descritas se me vinieeron a la cabeza las siguientes preguntas: "¿Estos objetos reflejan la felicidad de quien los posee?
En el marco de la jornada mundial de los pobres del 15 de noviembre del año pasado, el Papa Francisco manifestó lo siguiente al respecto del tema de la riqueza: "En el Evangelio, los siervos buenos son los que arriesgan. No son cautelosos y precavidos, no guardan lo que han recibido, sino que lo emplean", dijo el Papa en la Jornada Mundial de los Pobres, recordando que el bien, "si no se invierte, se pierde; porque la grandeza de nuestra vida no depende de cuánto acaparamos, sino de cuánto fruto damos". En este sentido, el Santo Padre señaló que los pobres nos permiten enriquecernos en el amor, que es la mayor carencia que uno puede tener. Y nos invita a preguntarnos ¿qué puedo dar?, en lugar de plantearnos constantemente, ¿qué puedo comprar?"
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