Porque todos somos santos para Dios
Santo es el que ama, el que gasta su tiempo por los demás, santo
es el alegre y el divertido, por cariño; santo es el que pone sus
preocupaciones ante Dios, el que vive atento al hermano; santo es el que llora
con el que sufre, que regala los detalles de cosas sencillas: una anécdota, una
sonrisa... que acompaña y hace sentir bien al agobiado aun en la dificultad y
tribulación, que le muestra el lado afable de la vida, el que se ríe con esa
persona feliz o afligida; santo es el que libera de una culpa o sentimiento
malo como la tristeza, soledad, ira, envidia, rencor, dolor, reprensiones,
etc.; santo es el que cura de un resentimiento, el que es compasivo y
misericordioso, es el que alivia el peso del compañero, el que regala su ternura,
el que no tiene nada suyo; santo es el que actúa ecológicamente, el que exprime
la vida con pasión y no se deja abatir por los problemas, al contrario, usa a
éstos como escalón; santo es el que trabaja por conseguir la justicia y la paz,
el que acoge al que está caído, el que acompaña al desvalido; santo es el que
festeja la vida con la gente y que adivina lo que éstas necesitan, el que descansa
al preocupado y le hace como el evangelio lo dice: su yugo suave y su carga ligera,
el que proclama con su actitud y por doquiera que va a Jesús, su amor; santo es
el que facilita la elaboración de un duelo, pero también el que acaricia la
vida del hermano; santo es el que tiene siempre una casa abierta y mesa puesta
para el forastero y necesitado, el que sabe tender la mano; santo es el que
sabe vivir en amistad y disculpa a todo el mundo sin ser negligente o “laxo” en
las leyes de Dios, sólo liberando del egoísmo y resentimientos humanos, del
desamor; santo es el que une y busca los medios para tal intención; santo es el
que te hace encontrar a Dios por cualquier medio y vive en su compañía ¿Tú eres
santo? ¡Felicidades! Porque ¡regalarás felicidad a donde quiera que vayas!
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